Un tema de frecuente conversación es el del “Desempleo por Automatización” (“TU” o “Technological Unemployment”) que se proyecta que acompañe el desarrollo tecnológico en este siglo. Se piensa que el aumento exponencial de las capacidades de los algoritmos de inteligencia artificial podría terminar dejando sin empleo a personas con profesiones anteriormente consideradas “intocables” como el caso de médicos, periodistas y demás profesionales cuyo oficio -se pensaba hasta estos tiempos- implicaba un “toque humano” imposible de alcanzar para una computadora.

Los avances recientes en la capacidad de los sistemas de evaluación, formación y selección de personal, los cuales incluyen la capacidad de que los algoritmos pongan a prueba hipótesis y descubran elementos que faciliten la gestión del recurso humano, hacen pensar que algunos elementos tradicionales del área de la psicología organizacional serán -efectivamente- afectados por la tecnología. Pero ésto, lejos de ser una mala noticia, podría ser una gran ventaja para quienes se dedican a esta área.

La “falacia ludita” (frase cuyo origen viene de los textileros ingleses que protestaron contra las máquinas textiles en el siglo 19 porque pensaban que el país iba a quedar sin empleos) es una creencia común que hace que la gente sea capaz de ver lo negativo de la eliminación de ciertos oficios, pero no sea capaz de ver lo positivo de la automatización para la generación de nuevos empleos que antes no existían. Es común ver la tecnología como catástrofe, y no como salvación, y esto es un error. En el caso que nos concierne, es altamente probable que los departamentos de recursos humanos de las empresas, o las áreas de reclutamiento y selección de las consultoras que se dedican al ramo, se beneficien de la automatización, dejándole a los sistemas algorítimicos el pesado trabajo de procesar la data que se deriva de estos ambientes, y permitiéndole al profesional trabajar en conjunto para darle sentido a los algoritmos y concentrarse (con la inmensa capacidad de trabajo de la mente humana en situaciones cambiantes) en la traducción de los hallazgos de las computadoras a políticas organizacionales que generen el mayor beneficio global.

Con la automatización -ciertamente- el riesgo es claro. Pero las oportunidades -para los que se preparen- serán también infinitas.